Ninguna ruta modernista por Barcelona está completa sin una visita a la preciosa Casa Amatller, que rivaliza en belleza con sus vecinas en la “Manzana de la Discordia”: la Casa Lleó Morera y la Casa Batlló. Así que durante una de mis últimas visitas a la capital catalana aproveché para adentrarme en su piso principal y alucinar con todos los detalles de su decoración. Una experiencia de 10 perfecta para cualquier amante de la arquitectura, la historia y, en especial, el modernismo. ¿Vamos?

Visita a la Casa Amatller
Proyectada entre 1898 y 1900 por el arquitecto modernista Josep Puig i Cadafalch, la Casa Amatller se levanta elegante en una de las manzanas más cotizadas del Paseo de Gracia, casi al lado de la parada de tren y metro. El edificio es de propiedad privada y estuvo cerrado al público durante décadas. Por suerte, después de años de restauración, hoy se puede visitar y es el único ejemplo de vivienda modernista donde se conserva casi todo el mobiliario original. Y visitarlo es lo que hice yo en una soleada tarde de verano en Barcelona. Tras años pasando frente a su fachada ya iba siendo hora.
Tras cruzar el umbral de lo que antaño fue la entrada al garaje del Hispano-Suiza del industrial chocolatero Antoni Amatller, nos encontramos con un vestíbulo señorial abierto a todo el mundo. La cerámica sevillana trepa por las paredes, los faroles están decorados con dragones y al fondo una puerta de cristal emplomado con cristales de colores da paso a una cafetería.

Las visitas guiadas a la Casa Amatller empiezan subiendo por la elegante escalera que lleva al piso principal, donde vivieron Antoni y su hija Teresa. Sobre tu cabeza, una espectacular claraboya de vidrio de colores por la que se filtra tenuemente la luz y que me alegré de ver restaurada a su antigua gloria.


Sobre el dintel de la puerta de la residencia de los Amatller hay una pareja vestida de manera tradicional catalana, rodeada de animales músicos. Da paso a un recibidor con suelo de mosaico de estilo romano de Mario Maragliano que da la bienvenida al visitante. El piso es enorme y destaca por los tonos tierra y un aire medievalista, con múltiples referencias al oficio chocolatero de la familia Amatller.


A continuación, mi guía (a esa hora no había nadie más visitando la Casa Amatller) me llevó hacia la parte trasera del piso, la que da al interior de la isla. Es impresionante el lavamanos de mármol, situado justo detrás de la chimenea y que usaba el calor del fuego para calentar el agua. El salón es todavía más espectacular. Está presidido por una chimenea con un grupo escultórico del genial Eusebi Arnau que hace referencia a América, el origen del cacao. En ella se ve a una princesa indígena y múltiples referencias a la raíz de la fortuna de los Amatller. Frente a la chimenea se conserva la mesa original de la familia, junto a varios muebles más. Y la habitación está iluminada por la luz que entra por la preciosa cristalera de flores amarillas.

Junto al comedor encontramos la “sala de música”, llamada así porque su friso contiene versos de “La cançó del mariner” y de la versión original de “Els segadors”. El piano que un día estuvo en la esquina no nos ha llegado.

Y, por motivos funcionales, tiene sentido que casi adyacente esté el “office” con el montaplatos que comunicaba con la cocina, situada en la planta baja.
Los dos dormitorios de la Casa Amatller están ubicados en la parte de la vivienda que da al Passeig de Gràcia. Vale la pena notar que, a diferencia del resto de casas modernistas, aquí no vivió un matrimonio. Antoni Amatller se separó de su esposa en 1877 y, por lo tanto, residió en el piso con su hija y heredera, Teresa.
Primero exploré la habitación de Teresa Amatller, una sinfonía en tonos amarillos donde las flores del almendro están presentes de una manera u otra en la decoración. Además de su cama y del precioso balcón con una columna de mármol rosa decorada con varios relieves que representan las edades de la mujer, me gustó el espejo camuflado en la pared, como si fuera un armario. Y me pareció muy curioso que Teresa Amatller reformara su vestidor en estilo Art Deco, años más tarde.


En la parte central de esta área del piso principal de la Casa Amatller encontramos la colección privada de vidrio arqueológico que el industrial recopiló a lo largo de su vida y sus viajes por el mundo. Así como la maravillosa sala de costura de Teresa.

Mientras que la habitación de la hija es luminosa y orgánica, la de Antoni Amatller parece sacada de un castillo medieval. Su cama es digna de un rey, las sillas parecen tronos, y el armario es como si lo hubieran traído de un viaje en el tiempo.

Pero quizás el mejor espacio del piso principal de la Casa Amatller se lo guardó Antoni para su despacho. En una ubicación privilegiada y separado de los pasillos por esas mamparas de vidrio emplomado tan características de la obra de Puig i Cadafalch.

El tour por la Casa Amatller finaliza bajando por la escalera del servicio (mucho más austera que el resto del conjunto) hasta las antiguas cocinas que hoy se han reconvertido en una pequeña tienda donde todavía se venden chocolates Amatller y en una de las cafeterías más bonitas de Barcelona (y también más secretas). Es curioso cómo junto a la tienda se conserva todavía el antiguo montaplatos que usaba el servicio para subir los platos al piso principal. Y también cómo las mesas y los turistas tomando un café conviven con los muebles originales de la cocina de los Amatller.

Como no podía ser de otra manera, las visitas a la Casa Amatller concluyen con una pequeña degustación del chocolate marca de la casa. Toda una delicia directa al paladar que se sigue elaborando usando la receta original de hace más de un siglo. Irte sin comprar nada es una tentación difícil de resistir, así que, si vas a pecar, hazte con una de las preciosas latitas de bombones con diseños modernistas.
Al salir (o al entrar, como prefieras) préstale atención a la fachada de la Casa Amatller, que huye de la simetría en todas y cada una de sus plantas. Céntrate primero en la parte superior escalonada bajo la cual se escondía el estudio fotográfico de Antoni. Luego admira la excelente combinación cromática de los esgrafiados, las baldosas de color, los elementos de forja y las esculturas que cuentan una historia. Verás alusiones al apellido de la familia (ramas de almendro, ya que es lo que “ametller” significa en catalán); referencias a la tradición catalana como la leyenda de Sant Jordi, el dragón y la princesa o las aficiones de Antoni Amatller (pintura, escultura, arquitectura, música y fotografía).
¿Quién fue Antoni Amatller?
El industrial Antoni Amatller (1851-1910) heredó la empresa familiar Chocolate Amatller S.A. de su padre y su tío y supo capitalizar todo lo que había aprendido visitando las principales industrias chocolateras de Europa construyendo una nueva y moderna fábrica en el barrio de Sant Martí de Provençals y aplicando técnicas innovadoras de marketing (como la introducción de los carteles del artista Art Nouveau Alfons Mucha). Fue un gran aficionado a la fotografía y un ávido coleccionista de antigüedades, entre las que prefería el vidrio de civilizaciones antiguas o medieval.
A su muerte, su hija Teresa se hizo cargo de la fábrica de chocolate y siguió residiendo en la Casa Amatller hasta su muerte. La heredera de la familia Amatller, que murió sin descendencia, lo dejó todo bien atado gracias a la creación de la fundación que lleva su apellido y que todavía hoy gestiona el patrimonio.
Historia de la casa
Es difícil de creerlo, pero la Casa Amatller no siempre tuvo su aspecto actual. Hasta que Antoni Amatller la compró en 1898, el edificio era de lo más convencional. Algo que cambió de manera radical cuando el proyecto de la reforma cayó en manos de Josep Puig i Cadafalch, uno de los genios del modernismo catalán. Gran amante de la historia medieval, la Casa Amatller es sin lugar a dudas una de sus obras maestras… Y si todavía lo dudas, visítala y compruébalo por ti mismo/a.

En la actualidad, el edificio de la Casa Amatller sigue albergando la sede de la Fundació Casa Amatller (la encargada de gestionar el espacio) y del Instituto Amatller de Arte Hispánico.
Información práctica sobre la Casa Amatller
Horario de visitas: La casa Amatller se puede visitar de lunes a domingo de las 10 a las 18’30h (última visita a las 18h). A cada visita entra un máximo de 12 personas, que siempre van acompañadas de un guía que realiza una visita comentada. Las visitas guiadas duran 1 hora, mientras que las visitas exprés tienen una duración de 30 minutos.
En verano también realizan visitas teatralizadas e incluso noches modernistas. Si quieres más información la puedes consultar en la página web de Cases Singulars.
Precio de las entradas a la casa Amatller: 15€ (visitas guiadas de 1 hora), 12€ (visitas exprés de 30 minutos).
Donde comprar las entradas: se pueden comprar en persona en la recepción de la Casa Amatller, por Internet a través de su página oficial
Dirección: Passeig de Gràcia 41, 08007 Barcelona
Teléfono: +34 93 461 74 60
Correo electrónico: amatller@amatller.org
Página web oficial: http://www.amatller.org/
¿Has visitado ya la Casa Amatller? Anímate a dejarme un comentario y recomendarme tu casa modernista favorita
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